Patricio Pron o el detective malogrado : rumiar la biblioteca

lunes, 12 de agosto de 2013

Patricio Pron o el detective malogrado


Patricio Pron, El comienzo de
la primavera
(2008),
Barcelona, Debolsillo (2011)
http://www.megustaleer.com/ficha/P887450/el-comienzo-de-la-primavera

http://www.megustaleer.com/ficha/GM23639/el-espiritu-de-mis-padres-sigue-subiendo-en-la-lluvia

Después de leer El comienzo de la primavera, después de leer El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, conservo un regusto a fracaso inducido y hasta compartido con el mismo narrador, ese que pretende averiguar y saber y finalmente entender aquello velado o escondido o camuflado; salvo que solo consigue dar con el no saber,con el estamos por llegar pero no hay centro sino espiral.

Naturalmente, diría Pron, de eso nos daremos cuenta al cerrar el libro, pobrecitos lectores, porque mientras tanto vamos siguiendo sus pasos en busca del profesor alemán desaparecido o acompañando sus pesquisas entre escenas kafkianas, herméticas y descabelladas en El comienzo...; vamos riendo los corchetes en El espíritu de mis padres... (que, entre otras cosas, evidencian el trabajo de edición) y sus a veces testarudas negaciones de la memoria provocadas por la medicación: la amnesia lo incapacita para poner en marcha el mecanismo del narrar, aunque menos mal que hacia el final nos obsequia con sus por momentos exquisitamente bien construidas frases que fluyen cuando permite que la máquina narrante deje a un lado el olvido y nos precipite a todos juntos por sus recuerdos velados, por el temor a saber que se sabe y el miedo a sentir miedo otra vez, y el mirar y taparse los ojos, dejando el resquicio, o mirar pero con los párpados entrecerrados para que la imagen se torne nublada o confusa o levemente inquietante (sírvase como ejemplo el miope sin gafas).
Patricio Pron, El espíritu de mis padres
sigue subiendo en la lluvia

Barcelona, Mondadori (2011)

Dos lecturas de las que extraigo el recelo a descubrir, cual detective temeroso y finalmente malogrado, lo mil veces escondido y silenciado. 

Al poco me pregunto si eso que a veces me produce un resquemor algo enojoso no será similar a lo que Pron ha conseguido desenmascarar (al menos en mi rumiar), o mejor: ¿no será eso de intuir sin pretenderlo, sin buscarlo o temiendo indagar en ello, reflejo del hecho harto conocido y sin embargo enmudecido de que unos cuantos de los que han ido a parar a esas tierras sureñas olvidaron deliberadamente su pasado, se propusieron desentenderse de su origen y del motivo de su viaje? O más acá en el tiempo: ¿no sabemos si queremos conocer y hacernos cargo o tal vez mejor olvidarnos de eso que se llamó proceso y que vivieron nuestros padres?

Diríase, entonces (o naturalmente) que el temor a descubrir y el mecanismo a veces obstaculizado de esa voz narrante, de ese detective malogrado, refleja la sospecha apenas vislumbrada de la que más vale salir huyendo: el querer saber pero tener miedo a sentir miedo otra vez, el pavor a descubrir ese secreto (o a desvelarlo) que está tan bien guardado y que a veces preferimos que siga así.



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