Juan Francisco Ferré o el espejo roto : rumiar la biblioteca

lunes, 2 de junio de 2014

Juan Francisco Ferré o el espejo roto

Juan Francisco Ferré, Karnaval, Barcelona, Anagrama (2012)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_508

Espejo roto, me dije nada más comenzar la lectura. La escena fundamental (la supuesta violación del hombre poderoso a la mucama de hotel), y sobre la que se varía a la manera de improvisaciones jazzísticas, se ha reflejado en una sala de espejos y todos ellos se han roto. Han estallado, me digo, o el mismo autor ha detonado el caos para juntar después los pedacitos. Parece que le divierte hacerlo, a pesar de los cortes en los dedos. Finalmente las astillas del espejo (unas cuantas con restos de sangre ya seca) han quedado ordenadas de alguna forma inevitablemente lineal (otra cosa no puede hacerse con un libro), pero quizá pudieran haberse dispuesto de otra manera (o con toda probabilidad podemos leer las piezas de otra manera, y seguro que nos dan permiso).
Espejo y representación e impostura: recurrecia de la imagen, el escenario, el teatro del mundo, la farsa, el carnaval, desde luego.

"Los espectáculos tienen esa ventaja social sobre la ciencia y el saber. Se dirigen a todos, sin excepción, y excluyen la restricción o la privacidad de sus contenidos. Por eso quizá la democracia de los tiempos modernos se asemeja más a un colorido espectáculo de variedades para las masas que a una rigurosa exposición científica en una vetusta aula universitaria de élite."

Pero entonces llego a la mitad, a esa parte intermedia (o entreacto), el falso documental: divertido, me digo, algo parecido leí en La saga de los Marx, es lo primero que se me viene a la cabeza, a ver qué pasa luego.

Para mi sorpresa luego pasa lo mejor: la segunda parte es el reflejo invertido de la primera. O también: la segunda parte pone en evidencia que se puede abrir el libro por la mitad como una mujer se abre de piernas. O también: el libro ha sido construido desde el centro y se abre como un abanico.
Nada más empezar se nos advierte de la clave de lectura. Aparecen un tal Julio y un tal Ernesto (argentinos ambos) y una referencia a la primera parte: la suposición de un mundo paralelo citado en la carta al presidente norteamericano. Así que esta segunda parte es reflexividad de la primera, en el sentido de reflejo y también en el de reflexión. Si la primera nos muestra al dios K culpable y agresor, al animal político de dientes afilados y risa diabólica, esta segunda nos enseña a la víctima de un complot, un hombre a quien le han "hecho la cama" (nunca mejor dicho), el mismo que el tal Edison (el malo de la película) ha arrojado por el conducto de las basuras por intentar pasarse de listo con él. Esto nos recuerda aquello de que todo es porque está interpretado. La realidad, y con ella la verdad, no existe prístina y clara como a menudo anhelamos.

De más está decir que con ese personaje Ferré analiza y deconstruye los alcances y desmadres del poder, del capitalismo y de lo libertino, con desmesura análoga en estructura y estilo. Leemos y al tiempo releemos o rememoramos la Filosofía en el tocador de Sade, La historia del ojo de Bataille, Lolita de Nabokov, La saga de los Marx de Goytisolo, etc.

Quizá rechine un poco cierta misoginia, o mejor, ausencia de lo femenino, o tal vez no haya sido capaz de reírme lo suficiente de la ironía: mujer-maniquí, mujer-tonta, mujer-puritana, mujer-violada, mujer-indefensa, mujer-con ablación / mujer-malvada, mujer-sádica, mujer-perversa, mujer-pornográfica, mujer-mentirosa, etc. Quizá por esa llamativa ausencia de una mujer más o menos real (de la que en ningún momento, y a pesar de pretender ser una novela total, conocemos deseos y pensamientos, ni siquiera mediante el sarcasmo), tanta pornografía no consiga el mismo efecto erótico y cálido que otros textos (por ejemplo, los ya citados).

"Los hombres del siglo veintiuno queremos que la mujer sea creada de nuevo a imagen y semejanza del maniquí; con los mismos derechos y las mismas obligaciones que estos encantadores seres."


Novela ambiciosa, iluminadora, que enseña a escribir. Novela que invita a la reflexión y a reírnos (y tirarnos de los pelos) de lo absurdo de la sociedad que habitamos. 
Y si no os convencí, os dejo un vídeo (cortesía de Librerías Gandhi) donde el autor nos habla de Karnaval:




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