Elvira Navarro y el desbarajuste : rumiar la biblioteca

lunes, 14 de julio de 2014

Elvira Navarro y el desbarajuste

Elvira Navarro, La trabajadora, Barcelona, Literatura Random House (2014)
http://www.megustaleer.com/ficha/RH28061/la-trabajadora

Una correctora freelance alquila una habitación de su piso para llegar a final de mes. La inquilina, una rubia de proporciones nórdicas, se le antoja a la correctora algo inquietante. No sabemos quién de las dos está loca, quizá ambas, porque nos topamos con medicación a cada vuelta de página. Huelga decir que la situación general es sumamente precaria.
Del narrador desconfiamos desde la primera línea porque abundan los juegos metaliterarios, los desbarajustes y la proyección.


Diría que el libro cobra textura en cuanto se pone de manifiesto el gran desbarajuste, o mejor, cuando la desfigurada percepción de la realidad es explicada a partir de ciertos mapas de la ciudad en los que, a la manera de un collage, se ha cambiado deliberadamente de lugar algunos edificios o señas de identidad: plazas, carteles, monumentos. De modo que el mapa es a la vez identificado y desconocido, como un doble, como las dos siniestras compañeras de piso.

"Durante el tiempo en que los estuve mirando, mientras constestaba a las preguntas de mi inquilina sobre cuál era el mejor, pensé que aquellas composiciones no eran inocentes, ni habían salido de la cabeza de Susana, sino que copiaban algo ambiental. Cuando subimos al metro, mi inquilina volvió a sacar los mapas de la carpeta y a escrutarlos, y a mí me pareció que se fundían con el aire."
A saber si la ciudad entera, y con ella sus habitantes, no han enloquecido por completo, no están sufriendo un ataque de pánico colectivo. Porque la ciudad por donde la protagonista pasea se asemeja demasiado al Madrid de los mapas-collage.

"Todo era como siempre, si bien lo que se desplegaba ante mí no parecía la ciudad que veía a diario, sino los planos de Susana, que creí habitados de manera subrepticia, y que ahora que la ciudad se descubría como otra cobraban sentido. No habría podido precisar en qué consistía esa otredad, pero me resultaba obvio que la tenía delante, que crecía y conspiraba contra mí."

  

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