rumiar la biblioteca: abril 2015

lunes, 27 de abril de 2015

Vonnegut, Dresde o lo que no se aprende

Kurt Vonnegut, Matadero Cinco (1969), traducción de Margarita García de Miró, Barcelona, Anagrama (2007)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/CM__27


"Mira, Sam, si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería solo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan."

Tragicómica y bien encontrada la manera de narrar el horror, quizá la salida a aquella idea tan citada y hasta manoseada de Adorno, aquella de que ya no se puede escribir después de Auschwitz. 


Aquí la imagen:


Famosa foto de Richard Peter (Wikipedia)


Pero acaso el bombardeo más impresionante y devastador de la Segunda Guerra Mundial, del que Vonnegut fue testigo y superviviente, el de la ciudad de Dresde, no haya significado demasiado, salvo desolación para las personas de a pie y frotarse las manos para la casta y sus negociados. Y todo se repite. Y así sucesivamente.

Por ejemplo, conozco la historia de dos ucranianos que viven en España desde hace más de veinte años, amigos íntimos que se han retirado la palabra. También conozco la frase esa tan de moda: "hay que posicionarse".

"Por entonces enseñaban que no había diferencia alguna entre unas personas y otras. Deberían enseñarlo todavía."

Y deberíamos apagar la tele y leer a Vonnegut. Deberíamos tener al menos un par de amigos de otros lados.



lunes, 20 de abril de 2015

Kapatov o el deseo: fragmento y banda sonora

Verónica Nieto, Kapatov o el deseo, Cartagena, Balduque (2015)
http://www.balduque.es/kapatov-o-el-deseo/


"Para entonces la sala estaba repleta de gente y el ambiente del todo festivo, y al cruzar la puerta se topó con aquel saxofonista de Sevilla, otro mayorcito como él aunque con pinta de gorila de discoteca, con el bigote perfilado encima de unos enormes y carnosos labios, y qué tal Sasha, y hace tiempo que no te veo y ¿tocamos «Bebop»?, claro, respondió Sasha, de modo que nada más oír los aplausos el saxo alto se subió al escenario, Sasha lo siguió y recuperó el contrabajo mientras el pianista se acomodaba en la butaca, y enseguida el andaluz comenzó a soplar la intro a una velocidad tal que la sección rítmica apenas si pudo apoyar los últimos compases para comenzar a «caminar» con un swing tremendo en cuanto al sevillano se le dio por poner esas caras de estar disfrutando, de mira cómo esculpo la melodía, y de inmediato la empalmó con su solo y comenzó a despilfarrar notas, escala arriba, escala abajo, soleando un coro y otro coro y otro y otro más, y se oían los yeah!, ¡así se hace!, de sus colegas de instrumento, los jóvenes que todavía no se veían capaces de seguir coro a coro con el solo, y el andaluz y su ego encuadraron el final al mismo tiempo que explotaban los aplausos, y entonces el pianista comenzó a teclear con precisión y menos notas, dejando más espacios porque aquello iba muy rápido, al principio rodeando la melodía, desmontándola o deconstruyéndola, y su solo, más matemático y de apenas dos coros, recibió otra enorme tanda de vivas y bravos; de modo que llegó el turno de Sasha, de quien dudaban que se atreviera con semejante tempo vertiginoso, pero no se quedó corto, enseguida desenfundó el arco y atacó aquel trasto de madera que ya resonaba en toda la sala y citó una melodía de otro standard y se oyeron las risitas de los entendidos, los que la habían reconocido, y siguió improvisando un coro más hasta que levantó la vista porque el egocéntrico de Sevilla gritaba ¡sí, Sasha, eso es!, loco como estaba de volver a soplar y hacer dibujos con su bigote, pero en eso se oyó una trompeta desde el público y un aluvión de yeeeeaaahhh!, al tiempo que se volvían para identificar al que estaba soplando, el típico caso del trompetista que sorprende y frasea de lo lindo mientras trepa por las escaleras, solea con estridencia citando a Dizzy durante cuatro coros porque a qué viento no le apetecía explayarse en semejante tema, y para cuando estaba por terminar, el saxofonista le echó una miradita al baterista y este asintió, se veía que le apetecía dar manteca con los ochos, de modo que imitó rítmica y melódicamente a los solistas en el intercambio, loco como iba de provocar esas sonrisitas de sus compañeros de escenario, y porque su oído funcionaba de maravilla y también conocía la tradición, había escuchado a Max Roach y Philly Joe Jones tocando ese temazo, y para cuando la sala explotó en aplausos y hurras y vítores, ya daban comienzo a la melodía otra vez, y para entonces todos estaban contentos, contentos y borrachos, borrachos de euforia y de jazz."


lunes, 13 de abril de 2015

Emma Reyes o lo irónico-ingenuo

Emma Reyes, Memoria por correspondencia (2012), Barcelona, Libros del Asteroide (2015)
http://www.librosdelasteroide.com/-memoria-por-correspondencia

Emma Reyes (1919-2003), la artista plástica, la trotamundos, la que escribe unas memorias del infierno con mirada de niña, la que escribe-juega con particularísimo estilo entre ingenuo e irónico su propia y macabra infancia, dejó este conjunto de cartas para explicar su origen, y no sabemos si miente o se distancia tanto de lo acontecido para conseguir un efecto entre hipnótico y compasivo, donde abunda lo escatológico y la crueldad y la incomprensión y la denuncia social, pero sobre todo la injusticia para con los más débiles, los niños.


"Regularmente imaginaba que hablaba con el Niño o con Eduardo, a veces con los dos, con Helena jugábamos a que ella era la señora María y yo Betzabé. Jugábamos a la mazamorra y doña Inés que caía encima de la olla. Un día quisimos jugar al incendio de Guateque, pero llegó Betzabé y nos quitó los fósforos y nos pegó."

Hija natural, vivió encerrada prácticamente toda su vida, tiranizada por una madre a la que llama señora María y más tarde abandonada junto a su hermana y recogida después en un convento de monjas, donde adquiere una llamativa destreza en el arte de bordar, según nos dice. Esto que acabo de escribir suena terriblemente a drama, pero Reyes se sirve de la ironía ante el espanto.





Leo a Emma Reyes y enseguida recuerdo a Aurora Venturini.


"Y no me regañes, porque si tú crees que basta tener las ideas, yo te digo que si uno no sabe cómo escribirlas para que sean comprensibles es igual que si uno no tuviera ideas."



lunes, 6 de abril de 2015

Vuelta al mundo o donjuán Ferré 3.0

Juan Francisco Ferré, La vuelta al mundo (2002), Málaga, Pálido fuego (2015)
http://www.palidofuego.com/la-vuelta-al-mundo-juan-francisco-ferre/

¿Son acaso intercambiables?, me pregunté, pues abundan las similitudes y variaciones e interconexiones semánticas en esta red de relatos en dos hemisferios (y a dos colores) que enseguida nos dejan un regusto a desasosiego: esto es el mundo actual, el reflejo de la globalización, un reality show infinito (o casi el infierno): sexo, autopista, centro comercial, individualismo, televisión, especulación inmobiliaria, oficinas de cristales impolutos, cine de palomitas, secuestros, adoración del cuerpo, hastío, SINSENTIDO. 

"[...] hallé por casualidad el centro, seré modesto por una vez, uno de estos singulares centros al menos, uno tan solo, si quieren puedo ser más preciso o descriptivo, pero creo que me expreso con bastante claridad, tampoco pretendo escandalizar o molestar a nadie, no es mi intención. Quiero decir que esa cara expresa o quizá encarna lo que reconocí allí enseguida, nada más, la indiferencia absoluta entre centro y periferia cuando se trata precisamente de hallarle un centro a una vida desperdiciada o malograda, sé lo que digo, no me asustan ciertos juicios, he pasado por todas, incluidas dos operaciones a corazón abierto y tres matrimonios y otros tantos divorcios, aún más insufribles, y aquí estoy todavía, algo maltrecho y arruinado, eso desde luego, y descubres por casualidad, cuando menos te lo esperabas, que ese centro tan buscado es acogedor y está vacío y además te puedes refugiar en él tantas veces como desees sin temor a ser rechazado o desalojado, la ausencia precisamente lo vuelve intensamente receptivo, cálidamente hospitalario, no puedes pedir más, no existe nada más después de eso. Solo ese vacío es real para mí ahora, esta dicha, este desarraigo, esta intracendencia, no sé si me entienden, quizá no."


*

[Permítaseme, sin embargo, agregar una mala lectura, una lectura tal vez descabellada como la que sigue: 
Dicen que esta vuelta al mundo conversa con la de Jules Verne. Jules Verne parodia en su vuelta al mundo a la literatura inglesa y toda su cultura, a modo de denuncia persistente o reticente, también, porque por entonces (y no tan lejos ahora) eran poderosos como ningún otro imperio. Ferré conserva sobre todo la parodia de su homónima y conecta también con la Vuelta al día de Cortázar (en tanto miscelánea como también porque lo geográfico ha desaparecido) para exponer un recorrido (o variación descorrida, más bien), por los mundos anónimos e intercambiables de esos individuos sin nombre tan parecidos a nosotros ("a ti", interpela una y otra vez el libro) y donde abunda el mito que al parecer Ferré adora variar (y parodiar) incansablemente en toda su obra: el tan español mito del donjuán (con su ineludible variante femenina) aunque en la versión higiénica del porno.]

*

Consejo: empiece a leer el libro al revés: lea el epílogo primero porque allí encontrará unas sugerentes instrucciones de lectura. Menos mal que se me ocurrió sospechar, seguirle el juego e incidir el índice:




 
Advertencia: absténgase de leer las páginas rosas en público si tiene dificultades para la simulación.