Rodrigo Fresán o el rock ha muerto : rumiar la biblioteca

lunes, 30 de enero de 2017

Rodrigo Fresán o el rock ha muerto

Rodrigo Fresán, Esperanto (1995), Barcelona, Literatura Random House (2011)
http://www.megustaleer.com/libro/esperanto/ES0103592

Affaire Dylan aparte (y que conste que la imagen de portada y mi elección de lectura no tienen absolutamente nada que ver con los asuntos de actualidad ni con la presunta "muerte de la literatura", entre otras cosas porque a Dylan lo conozco de refilón y mal y sin entusiasmo y diríase que porque es inevitable), Esperanto narra la muerte del rock argentino y una muerte obligada de thriller de acción y la muerte estatal e institucional como una forma de realismo mágico made in Argentina, ese país donde la mayoría se psicoanaliza. ¿Para qué sirvió que el psicoanálisis alunizara sobre buena cantidad de personas adultas allá por los años setenta?, se pregunta Federico Esperanto:


"[...] todo eso sirvió para que todo un país, para que todas esas personas curadas, aprendieran a decir sin problemas, dudas o tartamudeo alguno la palabra desaparecido en lugar de la palabra asesinado... o, por lo menos, la palabra muerto... [...] ¿No le parece formidable? Si lo piensas un poco, Lombroso, se trata de la más fina y acabada expresión del realismo mágico que se conozca. Dios es argentino, Gardel cada día canta mejor y todo eso."

(Hoy tal vez la gente cambió el psicoanalista por el coach.) 

Lo cierto es que el efecto Fresán a menudo se parece a la nostalgia aquella de todo tiempo pasado fue mejor. La nostalgia, con final à la Otto e mezzo, de los discos de vinilo con lado A y lado B y las películas en blanco y negro. En blanco y negro son también los sueños de Federico Esperanto, el protagonista, un ex rocker que, a pesar de su apellido, se queja de que nadie lo entiende. Aquí, su sueño recurrente:

"En el sueño recurrente de Esperanto, el inmenso auditorio estaba siempre vacío y su boca siempre llena de objetos extraños que le impedían ofrecer su mensaje."
 
(Afortunadamente Esperanto no es Fresán.)

Divertida, veloz como su prosa, tan fresca que uno imagina a un joven Fresán como el de acá abajo escribiéndola. No se la pierdan.


 

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