Rodrigo Fresán y la máquina para soñar (diario de lectura) 1 : rumiar la biblioteca

lunes, 3 de abril de 2017

Rodrigo Fresán y la máquina para soñar (diario de lectura) 1

Rodrigo Fresán, La parte soñada, Barcelona, Literatura Random House (2017)
http://www.megustaleer.com/libro/la-parte-sonada/ES0144883

¿Qué se hace con un libro de Rodrigo Fresán en las manos aparte de empezar a ponerse inquieto y algo nervioso y también, por qué no decirlo, bastante ansioso? Uno se pregunta: ¿podré con él, con casi seiscientas páginas de prosa fresaniana por delante? Lo primero que hay que decir es que La parte soñada se sostiene por el estilo. Un estilo primaveral como si acabara de producirse el big bang, un estilo entrópico de "estructuras líquidas", referencias eruditas y pop, chistes y juegos de palabras. La escritura Fresán es sobre todo estilo, ya lo saben.
Bueno.
Vamos a intentarlo.
La ¿novela?, se divide en tres partes: el sueño, la duermevela y el insomnio, según se refirió a ellas el propio autor. 

La primera parte lleva por título:

Esa noche (Notas al pie para una enciclopedia de caminantes dormidos)

Siento temor y eso me divierte: no voy a entender nada. Esto es pura digresión cuyo único motor de avance es el tema: lo onírico. Más ensayístico que narrativo. Entramado de citas. Carácter enciclopédico. Varias tipologías. Variaciones de escenas como sueños recurrentes. Notas al pie insertadas en el cuerpo del texto "como plantas que lo enredan y lo envuelven".
Poco a poco va naciendo una historia: un escritor que ha dejado de escribir, un amor imposible (Ella), una canción y el poder de NO cumplir los sueños: es decir, si sueña algo, seguro que eso no va a pasar. Este escritor (o excritor) se interna en un lugar llamado Onirium donde procederán a extraerle los sueños. (Uno enseguida piensa en Philip K. Dick, aunque también hay referencias explícitas a Nabókov.) Pero el excritor sabe perfectamente que el único sueño es Ella. Para peor Ella también es la que está a punto de extraerle los sueños y, una vez que le hayan extirpado los sueños, desaparecerán. Ella desaparecerá.
"Porque los artistas que no son otra cosa que soñadores vocacionales están acostumbrados a que estas cosas, a que estas supuestas casualidades, existan. Y que sean como las sogas que mantienen bien atadas a la falta de ocurrencia y de ocurrencias del día a día. Su don es saber verlas y detectarlas y buscarlas y encontrarlas y hasta domesticarlas; mientras que el resto de las personas se limitan a experimentarlas de tanto en tanto y ser acariciadas ocasionalmente por el viento de la maravilla. / Así que la vio y la amó porque ya la amaba."
Resulta muy divertido leerlo, aunque todavía no comprendo por qué, o mejor, no sé cómo lo consigue. Es adictivo como la velocidad. Es adictivo como escuchar música. Transmite, además, algo del élan del rock argentino: la frescura de la juventud, algo que ha desaparecido. El anhelo del enamorado, del amor imposible, el amor adolescente.
Sospecho que la segunda parte versará sobre los sueños que se le han extirpado al protagonista (si podemos llamarlo así). Entendámoslo así. Da igual cómo lo entendamos. Nosotros leemos lo que queremos.

La segunda parte lleva por título:

Aquella noche (Catálogo irracional para una exposición)

Llegados a este punto, nos damos cuenta de que el título de cada parte (en este caso, notablemente más larga que la primera) en realidad no ayuda sino que oscurece. Fresán oscurece, pero lo sorprendente es que la cantidad de referencias internas y chistes íntimos se aceptan aunque no se entiendan. (Hay muchos guiños a otras obras suyas que no he leído, tipo Mantra, tal vez por eso me pierdo.) Fresán oscurece y enrarece, pero queremos entender. Por eso seguimos. Aunque seguimos sin entender.
Esta segunda parte se divide en tres y es claramente un homenaje a Cumbres borrascosas. Enseguida me alegro de haberla leído recientemente. La tengo fresca. La primera de estas tres subhistorias (¿tal vez un primer sueño extirpado?) comienza con un tono elegíaco, poético, onírico o algo así, cuya protagonista es Stella d'Or. ¿Quién es Stella d'Or? ¿La voz del sueño, de la noche, de la oscuridad? ¿Los "orígenes míticos de la noche"? Tal vez.
En algún momento se habla de que escribir es como entrar en una casa y de que cada texto es como una habitación de esa casa. Pensemos que hemos entrada en la casa de los sueños. Pensemos que hemos entrado en la máquina para soñar. Pensemos que después de la habitación de Stella d'Or hemos dado con un pasillo y una segunda historia: la de las hermanas Tulpa. Estas hermanas viven en la Luna y son claramente el trasunto lunático de las hermanas Brontë. Una de ellas ha escrito una historia y se las lee a las demás. Hay aquí un juego de historia dentro de la historia (sueño dentro del sueño). Esta historia trata sobre un hombre que viaja a la Tierra, es decir, el espejo invertido de Neil Armstrong y del primer viaje a la Luna.
Enseguida entramos a la tercera subhistoria: la de Penélope. Es la más larga de las tres. Evidentemente ese pasillo ha desembocado en la sala de estar o hemos subido una escalera para llegar al ático que ocupa toda la superficie de la planta de la casa. Poco a poco descubrimos que Penélope es escritora. Ha escrito la historia de Stella d'Or y también la de las tres hermanas Tulpa. Penélope está loca y es una apasionada de Cumbres borrascosas. Hay un exhaustivo análisis de Cumbres borrascosas: argumento pormenorizado, variaciones cinematográficas, análisis de personajes, biografía de las hermanas Brontë, etcétera. Aquí notamos que Fresán no le tiene miedo al cambio de registro, al ensayo, al enciclopedismo. Vuelvo a agradecer haber leído Cumbres borrascosas recientemente. Enseguida se nos informa de que Penélope ha decidido escribir variaciones de Cumbres borrascosas. También se nos deja saber que ha perdido a su hijo en una playa. Y que sus padres se parecen demasiado a Catherine y Heathcliff. Fin de la segunda parte. 
"El lector es un ladrón de tulpas. Alguien que aprovecha y se aprovecha de cuerpos construidos por otros y los incorpora a esa otra vida dentro de la vida que es la que transcurre en los libros. Dejar a otro que primero haga el trabajo duro y sucio y así el lector llegando al final, con la mesa puesta y los comensales dispuestos. Y solo teniendo que sentarse junto a ellos y mirarlos fijo (leer es la forma más fija de la mirada aunque las pupilas no dejen de moverse y contraerse y expandirse según la situación) y hacerles modificaciones muy personales, para volverlos únicos e intransferibles."
Allá vamos con la tercera. Allá vamos con el insomnio. En el siguiente post.

Aquí la segunda parte:
Rodrigo Fresán y la máquina para soñar (diario de lectura) 2

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