rumiar la biblioteca: julio 2017

lunes, 31 de julio de 2017

Margaret Atwood y el poliamor futurista

Margaret Atwood, Por último, el corazón (2015), traducción de Laura Fernández Nogales, Barcelona, Salamandra (2016)
http://salamandra.info/libro/ultimo-corazon

La última novela de Margaret Atwood, ambientada en un futuro cercano, nos presenta un mundo donde la inseguridad y la crisis económica han arrasado la dignidad de las personas. Charmaine y Stan, una pareja que ha perdido su casa, tiene que vivir en el coche y turnarse para dormir: los ladrones acechan constantemente.

Enseguida nos enteramos de que existe un proyecto de ciudad perfecta llamado Positrón. Allí las personas viven en libertad durante un mes y al siguiente son encarcelados, de modo que libres y presos se alternan y comparten casa, y todo resulta mucho más económico y lógico. Las experiencias se multiplican, nadie se queja, los que no encajan se eliminan. Es decir, Positrón es una de esas ciudades utópicas que dan tanto miedo, pues la perfección, aunque deseable, no existe.

Enseguida la novela, alocada como pocas, comienza a tomar rasgos de novela romántica, de enredos, de poliamor futurista:
"En esos momentos, Charmaine diría cualquier cosa. Lo que Max no sabe es que, en cierto modo, ya lo hace con los dos a la vez: esté con el que esté, el otro también está allí, invisible, participando, aunque a un nivel inconsciente. Inconsciente para él, pero consciente para ella, porque los lleva a los dos en la conciencia, con mucho cuidado, como si fueran delicados merengues, o huevos crudos, o crías de pájaro. Pero no cree que amarlos a los dos a la vez sea algo sucio: cada uno tiene una esencia distinta, y resulta que a ella se le da bien atesorar la esencia única de cada persona. Es un don que no tiene todo el mundo."
No sabemos si Atwood defiende la postura final, es decir, la elección del pasado por parte de la pareja ("El pasado es mucho más seguro, porque todo lo que tiene que ver con él ya ha ocurrido. No se puede cambiar y, por eso, en cierto modo, no hay nada que temer"), pero de lo que sí estaremos seguros al cerrar el libro es de que la parodia campa a sus anchas (parodia de la novela romántica, del amor como constructo cultural, de la cirugía estética y el ansia de juventud eterna, del deseo y su manipulación). Recordemos que toda parodia, además, pretende meter el dedo en la llaga, y Atwood siempre lo consigue con desparpajo, una prosa brillante e irónica, su irreverencia y un filoso sentido del humor. 

lunes, 24 de julio de 2017

William Gaddis, Italo Calvino, Walter Benjamin y el autómata

Italo Calvino, Punto y aparte,
traducción de Gabriela Sánchez Ferlosio,
Madrid, Siruela (2013)
En "Cibernética y fantasmas (Apuntes sobre la narrativa como proceso combinatorio)", Italo Calvino se pregunta qué estilo literario tendría un autómata, y llega a la conclusión de que sería uno clásico, aunque evidentemente cada cierto tiempo el autómata debería variar el estilo para renovar la literatura mediante un proceso combinatorio (no muy diferente del que sigue un autor, salvo que este último se sirve de la intuición y corta por atajos cuando, suponemos, el autómata se serviría de la totalidad de combinaciones posibles de un corpus dado). Sin duda, reflexiona Calvino, el papel relevante en el hecho literario (si obviamos la confección humana) quedaría relegado al lector. Primero, para decidir cuál de todas esas combinaciones es la "adecuada". Segundo, porque la literatura en sí sigue siendo un asunto de la conciencia humana que difícilmente puede interesar a una máquina. 

Walter Benjamin,
La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica
,
traducción de Andrés Weikert,
México, Ítaca (2003)

Ya decía Walter Benjamin, refiriéndose a la fotografía:
"Con esta, la mano fue descargada de las principales obligaciones artística dentro del
proceso de reproducción de imágenes, obligaciones que recayeron entonces exclusivamente en el ojo."
También argüía que el arte reproducido (o construido por máquinas) pierde su aura. Esto que parece tan místico, Benjamin lo defendía con los siguientes argumentos: la obra ya no es única; da un poco igual cuál fue la primera obra de donde se tomaron las copias; no importa si la obra ha salido ya del ámbito de culto; tampoco tiene sentido preguntarse (si nos atenemos a la literatura) con qué materiales trabajó el autómata: ¿se trata de fragmentos de otras obras? ¿Se trata de copiar el fraseo de la sintaxis, de insertar allí otras palabras siguiendo una lógica gramatical y semántica? 

*
De algo relacionado con esto se lamentaba el narrador de Ágape se paga, de William Gaddis, cuando se refería al invento de la pianola:
William Gaddis, Ágape se paga,
traducción de Miguel Martínez-Lage,
México, Sexto Piso (2008)
"El azar y el desorden campan a sus anchas y se llevan todo por delante y este sistema binario, máquina digital, con su rollo de papel que se lo juega al todo o nada y que es la que defiende el fuerte, sí, era el fuerte, todo el asunto consistía en ordenar y organizar y eliminar el azar, eliminar el fracaso, como si fuera un gravísimo defecto de carácter y como si en eso y nada más consistiera la tecnología, música entretenimiento contabilidad, contabilidad, hace setenta años un gran pianista registró un rollo de papel coordinando sus manos y pedaleando en la quincuagésima parte de un segundo, 1926, y una empresa lo comercializó y llegó a vender diez millones de rollos y todo termina por ser un tebeo, el gentío que se apiña ahí fuera crash bang y asalta las puertas en busca del placer la democracia salta los muros aterroriza a la élite que ha encontrado su rinconcito de entretenimiento de clase alta ya cuando María Antonieta y la toma de la Bastilla con este, sí, aquí está este, un anuncio alemán de 1926 que es el que aguanta prietas las filas en defensa de la clase, allá que van, aquí que vienen, 'una clase de personas aún más numerosa que no consigue que funcione con éxito el tipo habitual de pianola, porque carecen de un sentido preciso de los valores musicales. No tienen 'oído musical', y por esa razón tocan atrozmente en pianos provistos incluso de pianolas internas de grado aún mejor", ¿hablamos de lo que es la clase?, ¿de la defensa de estos elitistas amantes de la música? No, aquí no, aquí no se habla más que de lo que se habla siempre. ¡Las ventas!"
¿Habrá máquina capaz de reproducir un estilo como este? ¿Este estilo no es acaso un juego de intenciones (el tono: apasionado, quejoso, algo cínico) sumado a una sintaxis desordenada, tal vez mediante un arte combinatoria a la manera de un autómata? (Recordemos que Los reconocimientos, novela monumental, parece construida por retazos o citas o referencias a otras novelas.) Obviemos el asunto social que el narrador de Gaddis inserta en su discurso como problemática de la reproductibilidad. Naturalmente, el autómata podría injertar el discurso social como elemento combinatorio. Diremos, entonces, que es un panfleto de defensa del autor como hacedor. También el autómata, según la combinatoria, podría defender al autor, incluso podría defenderse a sí mismo, arguyendo que él también se sirve del azar (y sería cierto) y que es capaz de fracasar (aunque de esto no se daría cuenta sin la ayuda del lector). 

Tal vez el fracaso sea la medida (y también el límite) de toda obra de arte. Tal vez el fracaso sea el asunto más relevante de la teoría de la recepción.

lunes, 17 de julio de 2017

Tatiana Goransky o narrar con banda sonora

Tatiana Goransky, Fade out, Barcelona, Comba (2017)
https://www.editorialcomba.com/catalogo/libros/narrativa/fade-out/

Existen novelas con banda sonora, pero pocas que narren a partir de una banda sonora. Aquí no hay peripecia con música de fondo, sino que la narración avanza a través de la música, con injertos de letras de canciones, de estilos musicales que significan tanto como las palabras, y es a partir de estos elementos que la novela va desarrollándose.

Lo cierto es que estamos ante una novela musical en muchos aspectos:
1. La banda sonora que narra.
2. Tres voces, tres narradores (Kumiku, Renata y el escritor fantasma), es decir, una novela coral, y a la vez, una novela puzle, pues somos los lectores quienes tenemos que armarla.
3. La novela avanza por variaciones: una misma escena es contada desde distintos puntos de vista (esos tres narradores) o con materiales distintos (cartas, diarios, recuerdos, etcétera), de manera similar a como trabaja el jazz.

Pero a pesar de toda esa música, el objetivo que persiguen las protagonistas de este libro es llegar al silencio, quedarse en silencio, producir silencio.
"La búsqueda de producción de silencio es la base de este libro."
Fade out trata sobre tres mujeres pertenecientes a tres generaciones diferentes que buscan el silencio. Dos de ellas tienen una extraña capacidad: la de emitir música por sus oídos, como radios ambulantes. La tercera es muda. Algo hay aquí de realismo delirante, confesó la autora en alguna entrevista. Desde luego que el tono general es humorístico: es tan absurdo lo que se nos cuenta que la seriedad con que se trata desencadena la risa.
Por detrás, la trama del amor, la que sostiene toda la novela. El amor romántico, pero también el amor maternofilial. 

¿El amor es silencio?
"Estar en silencio, hacer silencio, producir silencio, ser silencio. Formas distintas de estar presente, de no mirar hacia el pasado ni el futuro. Así como el sonido teletransporta, el silencio nos da la capacidad de quedarnos donde estamos."


 

lunes, 3 de julio de 2017

Jorge Wagensberg y Carl Jung: hormigas y malentendidos

Jorge Wagensberg,
Toería de la creatividad,
Barcelona, Tusquets (2017)
Jorge Wagensberg desarrolla en este libro un concepto muy interesante, al que denomina Síndrome del Malentendido Colectivo, es decir, cuando un grupo de individuos similares se ponen de acuerdo para construir una nueva individualidad colectiva, y esto se produce cuando la probabilidad de supervivencia para tal especie es mayor como colectividad que como individuos aislados. Pero a menudo se producen malentendidos colectivos fuera del sentido común (piénsese, por ejemplo, en xenofobia), y Wagensberg lo ilustra con un curioso caso, el de remolinos de hormigas. Copio aquí una larga cita para explicarlo:
"Un caso muy espectacular es el fenómeno de los llamados remolinos de hormigas. Aunque el fenómeno es raro, suele suceder con especies de hormigas ciegas que se orientan casi exclusivamente por el rastro de feromonas que otros individuos de la colonia dejan en el suelo durante sus desplazamientos [...]. En condiciones normales se forman las típicas procesiones de hormigas que han salido del nido en busca de comida o que están regresando a él. Sin embargo, aunque es ciertamente poco probable, en ocasiones se observa un comportamiento patológico que consiste en que un grupo de individuos mueren exhaustos. [...] La desactivación del buche es mucho menos probable que su activación, por lo que, finalmente, el remolino puede acabar incluso separándose de la ruta original y el extraño (y aparentemente sin sentido) círculo vicioso persistirá tenazmente hasta el agotamiento total. Es un buen ejemplo de lo que Ilya Prigogine llamó en su día order through fluctuations, o de cómo un caos local arrastra a un sistema hacia un nuevo orden global [...]."
 Añadamos ahora un párrafo sobre hormigas que encontré en el libro Sincronicidad de Carl Jung. El concepto de sincronicidad se refiere a la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero no de manera causal (causa-efecto), sino de manera azarosa o por "casualidad". Jung también elige a las hormigas para ilustrar el asunto:
"Cogemos tres cajas de cerillas y ponemos 1.000 hormigas negras en la primera, 10.000 en la segunda y 50 en la tercera, y una hormiga blanca en cada una de ellas; cerramos las cajas y hacemos un agujero lo suficientemente pequeño como para impedir que salga más de una hormiga a la vez. La primera en salir, de cada una de las tres cajas, es siempre la blanca."
Las hormigas también esclavizan a otras especies a fin de que trabajen para ellas, se suicidan si la colonia corre peligro, construyen balsas vivientes para cruzar cursos de agua. Tal vez deberíamos adjudicarnos la mentalidad de los insectos para comprender ciertos comportamientos gregarios. Como dice Wagensberg:
"Lamentablemente los malentendidos se difunden mucho mejor que los bienentendidos y quizá sea por eso por lo que la palabra malentendido es tan frecuente, mientras que bienentendido ni siquiera existe aún como palabra. El Síndrome del Malentendido Colectivo también contribuye a establecer los límites del así llamado sentido común."