rumiar la biblioteca: enero 2018

lunes, 29 de enero de 2018

J. G. Ballard o la erotización de la tecnología

J. G. Ballard, Crash (1973), traducción de Manuel Manzano, Barcelona, RBA (2012)

El narrador, un tal Ballard, acaba de sufrir un accidente de coche y está convaleciente en el hospital. Enseguida sabemos que la novela que estamos a punto de leer es la historia de cómo conoció a Vaughan, un tipo desquiciado y pervertido al que le gusta el sexo en autopistas, los accidentes de tráfico y las cicatrices. 

Ballard (el autor) consigue aquí una inquietante erotización de la tecnología y la novela discurre como un compendio de posibilidades sexuales relacionadas con el automóvil.
"De hecho, yo estaba pensando en el contraste entre la generosa pose, las fachadas de cristal de los edificios del aeropuerto y el resplandeciente cromado del coche nuevo. Sentado en aquella réplica exacta del vehículo donde casi había encontrado la muerte, visualicé el parachoques triturado y la rejilla del radiador aplastada, la precisa deformación de las molduras, el desplazamiento angular de los bordes del parabrisas. El triángulo del pubis de Catherine me recordó que aún no habíamos consumado el primer acto sexual dentro de ese coche."
El propio Ballard dice en el prólogo (1995), agregado en esta edición, que quiso escribir "la primera novela pornográfica basada en la tecnología". Pero permítanme que copie un buen trozo del prólogo, que no tiene desperdicio:
"Además, creo que el equilibrio entre la ficción y la realidad ha cambiado significativamente en las últimas décadas. Sus papeles se invierten cada vez más. Vivimos en un mundo regido por ficciones de todo tipo: la comercialización en masa, la publicidad, la política dirigida como una rama de la publicidad, el dominio de la pantalla del televisor por encima de cualquier respuesta original fruto de la experiencia... Vivimos inmersos en una gran novela. El escritor necesita cada vez menos inventar contenidos ficticios para sus obras. La ficción ya está ahí fuera. La labor del escritor es inventar la realidad.
En el pasado asumíamos que el mundo que nos rodeaba constituía la realidad, aunque puede que a veces confusa e incierta, y que el universo interior de nuestras mentes, los sueños, las esperanzas, las ambiciones, representaban el reino de la fantasía y de la imaginación. Creo que esos roles se han invertido. El método más prudente y efectivo para enfrentarse al mundo que nos rodea es asumir que se trata de una completa ficción. Por el contrario, el pequeño anclaje de realidad que nos queda está dentro de nuestras propias cabezas. Ahora necesitamos aplicar al mundo externo de la llamada realidad la clásica distinción de Freud entre el contenido latente y el contenido manifiesto de los sueños, la distinción entre lo aparente y lo real.
Habida cuenta de esas transformaciones, ¿cuál es la principal labor a la que se enfrenta el escritor? ¿Puede seguir haciendo uso de las técnicas y perspectivas de la novela tradicional del siglo XIX, de su narrativa lineal, de su mesurada cronología, de sus grandilocuentess personajes que habitan amplios dominos de espacio y tiempo? ¿Sus temas pueden ser las bases de un carácter o de una personalidad ancladas profundamente en el pasado, la pausada revisión de las raíces, el examen de los más sutiles matices del comportamiento social y de las relaciones interpersonales? ¿Tiene el escritor la autoridad moral para inventar un mundo autosuficiente y cerrado en sí mismo, para aventajar a sus personajes como un examinador que ya conociera de antemano las respuestas a todas las preguntas? ¿Puede dejar de lado todo lo que prefiere no entender, incluidos sus propios motivos, prejuicios y psicopatologías?
Creo que el papel del escritor, su autoridad y su libertad de acción, han cambiado radicalmente. En cierto sentido, pienso que el escritor ya no sabe nada. No tiene una posición moral. Ofrece al lector los contenidos de su propia mente, un conjunto de opciones y alternativas imaginarias. Su papel es el del científico, ya sea en un safari o en un laboratorio, enfrentado a un terreno o a un tema desconocidos. Lo único que puede hacer es planear varias hipótesis y demostrarlas mediante los hechos."

lunes, 22 de enero de 2018

Philip K. Dick y la excelencia de la paranoia

Philip K. Dick, Simulacra (1964), traducción de Rafael Marín, Barcelona, Minotauro (2007)
https://www.planetadelibros.com/libro-simulacra/8181

Maestro de la paranoia como pocos, Dick despliega en esta novela un escenario familiar para sus lectores: viajes en el tiempo, sustituciones, androides y farsas, anuncios voladores, realidades paralelas, músicos con capacidades psis que pueden tocar sin manos... Los psicólogos están prohibidos en este nuevo Estados Unidos de Europa y América, los nazis amenazan con volver mediante la máquina del tiempo y el gobierno ha avisado al último psicólogo que aún ejerce que recibirá a un paciente precisamente porque saben que no podrá curarlo:



"Supongo que ha usado el aparato para viajar en el tiempo de Von Lessinger para ver mis resultados con ese hombre dijo el doctor Superb tras una pausa.
Sí.
Entonces no tienen dudas de que podré curarle.
Al contrario
dijo Pembroke. No podrá ayudarle. Exactamente por eso es por lo que le queremos allí. Si se le aplica terapia química recobrará el equilibrio mental, y es extremadamente importante para nosotros que siga enfermo."
Enseguida entramos en una trepidante narración sencillísima pero ansiosa. En un thriller político con soterrada y socarrona crítica social. En lo inquietante humorístico, lo paranoico, el vértigo constante. Por momentos no comprendemos. Por momentos comprendemos demasiado.
"La política, si puedo recordárselo, es el arte de hacer que otra gente haga lo que uno quiere, por la fuerza, si es necesario."

lunes, 15 de enero de 2018

Philip K. Dick y "Naranjo en flor"

Philip K. Dick,
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (1974),
traducción de Domingo Santos,
Barcelona, Minotauro (2011)
"Y uno no puede sufrir a menos que antes haya amado… el sufrimiento es el resultado final del amor, porque es el amor perdido. Lo entiendes; sé que lo entiendes. Pero no quieres pensar en ello. Es el ciclo del amor completado: amar, perder, sufrir, marcharse, y luego amar de nuevo."










"Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento..."



lunes, 8 de enero de 2018

Charles Darwin o la música es emoción (una cita)

Charles Darwin, La expresión de las emociones, traducción de Xavier Bellés i Ros, Pamplona, Laetoli (2009)
http://www.laetoli.es/biblioteca-darwin/11-la-expresion-de-las-emociones-charles-darwin-9788492422173.html

"[...] la música tiene un poder sorprendente para evocar de un modo vago e indefinido aquellas emociones intensas que se experimentaron en épocas muy lejanas, cuando, muy probablemente, nuestros antepasados primitivos practicaban el cortejo con la ayuda de tonos vocales. Y dado que varias de nuestras emociones más intensas (pena, gran alegría, amor y simpatía) conducen a la efusión franca de las lágrimas, no es sorprendente que la música pueda ser capaz de hacer que nuestros ojos lleguen a inundarse de ellas, sobre todo cuando hemos sido ablandados ya por alguno de nuestros sentimientos más tiernos. La música produce con frecuencia otro efecto peculiar. Sabemos que las sensaciones, emociones o excitaciones fuertes (dolor extremo, ira, terror, alegría o la pasión del amor) llevan consigo un impulso especial para provocar temblor en los músculos, y el estremecimiento o ligero escalofrío que recorre de arriba abajo el espinazo y las extremidades de muchas personas cuando se hallan profundamente afectadas por la música parece encajar con ello, del mismo modo que una ligera efusión de lágrimas provocada por el poder de la música se relaciona con el llanto nacido de una emoción real e intensa."